Evolución de la educación española

Entrada realizada por: Blasco González, Elisa

De la Constitución de Cádiz al reinado de Fernando VII y la educación.

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Cuando hablamos de la Historia de la Educación en España debemos de tomar como un punto de inflexión la Constitución de Cádiz del año 1812. Conocida vulgarmente como La Pepa, fue redactada y aprobada en el contexto de un conflicto bélico como fue la Guerra de la Independencia (1808-1814). En este clima de crispación, movilización y creación de un sentimiento nacional se dedicó, por primera vez en la historia del territorio, un Título de este texto a la educación. Pero si nos centramos, primeramente, en los bandos que ocuparon la citada guerra  podemos hacer una distinción entre el bando napoleónico, o afrancesado, quienes abogaban por una educación siguiendo el estilo instaurado en Francia. Un sistema de liceos provinciales y un conservatorio de artes en la capital. Con respecto a esto, todas las cuestiones educativas irían centradas por un Ministerio de Interior, que guiaría la ley de instrucción educativa. En el lado opuesto nos encontramos con la Junta Central que nació con las Cortes de Cádiz y que, desde un punto liberal e ilustrado, mantuvieron una fe ciega en la instrucción pública, la educación nacional y la preocupación del estado por la educación.



Si hablamos de esta última etapa de la guerra debemos destacar el Informe Quintana. En 1813 la Junta Central realizó un Informe para proponer los medios de proceder al arreglo de los diversos ramos de la instrucción pública, en él se estructura los principios generales que la enseñanza debe tener; como por ejemplo destaca la universalidad, la uniformidad de contenido, la gratuidad o la libertad de elección en la formación elegida. Es de gran importancia este documento ya que en él se estructura la base de lo que será el sistema educativo de la primera mitad de siglo. Desde una educación primaria importantísima y necesaria, a una enseñanza secundaria y con tres especialidades a elegir entre matemáticas, artes o políticas. Por último nos encontraríamos con la enseñanza superior o universitaria, quizá el menor cambio de los tres ya que se mantiene la reforma de Carlos III medio siglo antes.

Pero con la llegada de Fernando VII en 1814 se realizó un cambio radical no solo en la política, sino también en la educación. El monarca eliminó los cambios acontecidos dos años antes, encarceló a sus cabecillas y volvió a la situación anterior a 1808. La Iglesia retomó el control de la educación y la educación universitaria vivió una situación crítica por la depuración de docentes y la crisis financiera y académica en la que la sumergió el plan del rey.


La segunda etapa del reinado de Fernando VII, el Trienio Liberal, volvió a establecer la Constitución de 1812 como eje vertebrador del sistema. Y obviamente esto afecto a la educación, que vio como con el Reglamento General de Instrucción Pública se conseguía establecer por primera vez una ley educativa con programa liberal. Sin embargo esto solo perduraría dos años y en 1823 la caída de los líderes liberales y la recuperación del poder absolutista por parte de Fernando VII acabaron por suspender, nuevamente, el sistema liberal. Sin embargo, durante la década que gobernó el monarca la educación fue designada a sus ministros, como lo sería Tadeo Calomarde en el año 1824. Él sería el encargado de redactar el Plan literario de estudios y arreglo general de las universidades del Reino. Además sería él quien redactase el Plan y Reglamento de Primeras Letras del Reino, con el objetivo de formar “buenos cristianos y vasallos útiles”. Por último en el año 1825 se aprobó el Reglamento general para las escuelas de latinidad y colegios de humanidades, el cual fue elaborado con el objeto de promover la creación de colegios de latinidad y humanidades, en otras palabras los precursores de los institutos secundarios.

En resumen, a lo largo de este breve artículo hacemos un repaso a la educación y sus leyes en el gobierno de Fernando VII, desde el origen liberal de la Constitución de 1812 hasta el cáliz absolutista que tomaron dos fases del gobierno del monarca. Posteriormente, a la muerte del rey podemos ver como su hija y la consorte María Cristina durante su regencia abogan por la separación política de su padre y esposo, respectivamente, derivando de un modo cada vez más evidente hacia el régimen liberal.

Entrada publicada por: Elisa Blasco González

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